American Sniper.

El francotirador, última película de Clint Eastwood, se conforma como una obra compleja, imperfecta y nada complaciente, en la que es fácil descubrir los motivos de la polémica que ha ocasionado en Estados Unidos.

El filme destaca en primer lugar por el brillo de unos evidentes valores cinematográficos. La proverbial eficacia y poderoso pulso narrativo de Eastwood, otrogan a las secuencias de este American Sniper la respiración y la cadencia características del gran cine clásico americano. La historia, ambientada en la invasión de Irak en busca de aquéllas invisibles armas de destrucción masiva, centra su interés en las operaciones de un batallón de tiradores de entre los que destaca la figura del protagonista, al parecer el mejor de la historia del ejército estadounidense en base al número de bajas infligidas al enemigo. De esta forma, la misma fría objetividad que sirvió para convertir a este personaje en una suerte de ángel de la guarda para los soldados y héroe nacional merced a su destreza profesional, es la que impregna los recursos de puesta en escena a la hora de enfrentarse cinematográficamente al hecho y, del mismo modo, la circunstancia que nos advierte de que tras esa eficiencia bélica se encuentran muertes de seres humanos, se relaciona con la absoluta gelidez con la que la película aborda las figuras de los globalmente considerados como insurgentes, adoleciendo de una clamorosa falta de empatía al reducirlos a caricaturescos agentes de muerte y destrucción.

Llegado a este punto y aunque ya resulte un manoseado tópico, hemos de traer a colación a Godard y su adagio del travelling como cuestión moral al adivinar cómo el deseo de Eastwood parece haber sido el de levantar acta periodística o documental de las operaciones de los Navy Seals, marines y demás, siendo su acercamiento el mismo que el de Flaherty hacia los esquimales. Esto permite evitar, justo es reconocerlo, cualquier desviación proselitista o patriotera. Por otro lado, encontramos algunos tímidos apuntes sobre el difícil ajuste a la vida común de estas criaturas de la guerra, con mucha menos hondura que en el caso de En tierra hostil, filme este más en carne viva. Cabe, pues, preguntarse ¿Eastwood símplemente describe para que nosotros juzguemos o termina por tomar equívoco partido?. La densa e ingrata textura moral de esta obra notable, no arroja una respuesta clara.